Este magnífico palacete particular fue encargado en 1555 por Pierre d’Assézat, un acaudalado capitoul (poderosos magistrados en la Edad Media). El arquitecto tolosano más importante del Renacimiento, Nicolas Bachelier, trazó los planos, y su hijo terminaría la construcción en 1562. Se trata de una obra maestra de la arquitectura renacentista tolosana.
El patio de honor
Desde el exterior, se adivina la opulencia de este palacete. Su monumental reja, que alía poderío y delicadeza, posee adornos arquitectónicos de piedras saledizas y nos invitan a entrar en el inmenso patio de honor.
Las fachadas del patio exhiben elegantemente la expresión de la arquitectura clásica, con la superposición de tres órdenes en cada una de las plantas: dórico, jónico y corintio.
La galería constituye un verdadero refugio de frescura en pleno verano.
De todas las torres de los palacetes de la ciudad, la suya es la más alta. Su cúspide está rematada con una linterna en forma de pequeño templete reconocible desde lejos y que viste con elegancia la silueta urbana de la ciudad.
La hierba pastel
En el siglo XVI, la ciudad de Toulouse vivió una época de gran prosperidad gracias al comercio de la hierba pastel. Las hojas de esta planta (Isatis tinctoria) servían como tinte azul, y su cultivo se desarrolló en la zona del mediodía tolosano, que pasó a ser conocida como el “Pays de Cocagne”, en referencia a las coques, las bolas secas y comprimidas formadas con las hojas de hierba pastel.
La llegada del índigo desde las Indias en el siglo XVII provocó el declive del cultivo de la hierba pastel.
El palacete de Assézat acoge, actualmente, la fundación Bemberg y la Union des académies et sociétés savantes (UASS, unión de academias y sociedades de expertos).
Place d’Assézat, 31000 Toulouse
La fundación Bemberg
Este museo acoge y expone al público cuadros, esculturas, obras de artes gráficas, piezas de mobiliario y objetos de arte datados desde el siglo XV hasta mediados del siglo XX.
A finales de los años 80, el coleccionista de arte argentino Georges Bemberg buscaba un lugar para exponer su colección al público. La ciudad de Toulouse puso a su disposición una gran parte del palacete de Assézat, que recibió la prestigiosa colección; el museo se inauguraría en 1995, tras la realización de diversas obras.